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Marina Núñez. “Sin piel”

De 29 de enero a 25 de abril de 2021 en Kubo Kutxa. (Zurriola, 1. Kursaal. Donostia - San Sebastián)

“Sin piel” es una exposición comisariada por Susana Blas que está concebida por Marina Núñez específicamente para Kubo Kutxa y presenta una selección de obras recientes sobre soportes muy diversos como el video, la videoinstalación, la escultura o la pintura, que proyectan identidades maleables y empáticas con el entorno, donde los límites físicos y psicológicos se diluyen o duplican en los escenarios o paisajes de los que forman parte.


“Sin piel” habla de identidad, de la idea de frontera, del diálogo, casi siempre incómodo, entre lo conectado, ilimitado, abierto, blando y metamórfico, y lo constreñido, lo estereotipado y controlado. Evocaciones de un entorno en transformación y «en vías de destrucción», que hoy en día ha pasado de ser un asunto teórico a una problemática urgente, por las evidencias de catástrofe inminente, propiciadas por la crisis medioambiental..

En consonancia con las últimas ideas de la teórica Donna Haraway –que tanto influyó en el discurso artístico posthumanista de fines del siglo XX con su “Manifiesto Cíborg” (1984)–, la exposición invita, tal y como la pensadora propone en su último texto “Seguir con el problema” (2019), a reconfigurar nuestras relaciones con la Tierra y sus habitantes –humanos y no humanos–, aceptando que tenemos que habitar juntos un territorio herido. Ideas que resuenan con la obra de Núñez, donde los escenarios, si bien se presentan hostiles y distorsionados, se abren a la integración y a la simbiosis.

El título de la muestra alude a la eliminación de la frontera que nos aísla del exterior: la piel, como motivación de la fusión tanto con el medio natural como con la tecnología, y entendiendo la vida en la Tierra como un proceso orgánico en el que nuestras decisiones, aun siendo cruciales, forman parte de leyes más amplias que afectan a todo el cosmos.

La luz como energía unificadora de las partes está presente desde las primeras obras de Marina Núñez, no solo como iconografía generadora de transformación, sino también por ser el instrumento y la materia de las piezas, pues en los últimos años, la artista, aun considerándose pintora, ha optado por las técnicas digitales: vídeo, fotografía y dibujo infográfico, que permiten esa maleabilidad extrema, coherente con sus preocupaciones teóricas.

A este escenario de crisis energética, climática y social, imperante en las últimas décadas, se ha unido en 2020 una pandemia mundial. La expansión del virus, fluido, mutable y en continuo crecimiento, permite entender, casi de un modo literal, el concepto de frontera que la artista adjudica a la epidermis.

La enfermedad invisible penetra a través de la piel mientras intentamos sin mucho éxito controlar el acceso. Por otra parte, este virus maléfico que se replica no es sino consecuencia de acciones humanas de explotación salvaje de los ecosistemas que ahora pasan factura a la «civilización». Las dicotomías naturaleza-cultura, y cuerpo- tecnología están en la base del imaginario de la artista desde sus primeros trabajos.


Marina Núñez lleva años interesada por la alteridad (la locura, la monstruosidad, el universo cíborg) y por los imaginarios no canónicos, y si bien toda su obra es un intento por mostrar realidades alternativas a lo normativo, quizá la diferencia entre proyectos anteriores y esta exposición es la idoneidad de la propuesta en los tiempos inciertos y apocalípticos que está viviendo la humanidad en el último año.

(Extractos del texto de la comisaria de la exposición, Susana Blas Brunel)

 

Sobre la artista:

Con su obra plástica reciente, Marina Núñez (Palencia, 1966) nos invita a reflexionar sobre cómo afectan a nuestra subjetividad y a nuestra vida las cada vez más habituales interferencias entre lo humano y lo tecnológico. Una constante de su obra ha sido siempre la representación de seres aberrantes, diferentes, los que existen al margen o en contra del canon. Los cuerpos anómalos que pueblan sus cuadros, infografías o vídeos nos hablan de una identidad metamófica, híbrida, múltiple. Recrea una subjetividad desestabilizada e impura para la que la otredad no es algo ajeno, sino que constituye básicamente al ser humano.

Así, sus mujeres histéricas, medusas, momias, monstruos o cíborgs, a pesar de pertenecer al territorio de los excluidos, no nos resultan lejanos sino que nos afectan e identifican. Y sus imágenes se perciben como espejos ligeramente deformados que nos sugieren que la locura o la monstruosidad son simplemente una cuestión de grado.

Es una artista que desde sus primeras obras se cuestiona sobre los roles de género y sobre los cánones establecidos, así como por lo que existe al margen de lo normativo. Plasma esta búsqueda en diversos formatos como pintura, vídeos y animaciones en 3D. En los últimos años muestra predilección por el software 3D y de efectos especiales. En su obra se percibe la influencia que ha podido tener en ella la literatura de ciencia ficción o el cine, dos fuentes clave de inspiración de su trabajo.

La obra de Marina Núñez forma parte de destacadas colecciones como las de Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, MUSAC, Artium, CA2M, La Caixa, Fundación Botín, Corcoran Gallery of Art, The Katzen Art’s Center, FRAC Corse, Museo de El Cairo, etc; y ha tenido gran difusión dentro y fuera del circuito artístico, como autora de publicaciones, textos para congresos, etc. Desde 1993 ha realizado múltiples exposiciones en prestigiosos museos y galerías de Europa, Hispanoamérica y Estados Unidos, entre las que podemos destacar las individuales en el Museo Reina Sofía, MUSAC, Artium, Es Baluard, Capilla del Museo Patio Herreriano, Centre d’Art La Panera, Catedral de Burgos, la intervención en la Fachada del IVAM, etc. O en las Galerías Buades, OMR, Pilar Serra, Espacio Mínimo, John Berggruen y muchas otras.

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Vistas de la exposición (Todas las fotos son de Juantxo Egaña)

Marina Núñez, “Marejada 1” (2020). Lápiz e impresión sobre madera. 122x160 cm

Vistas de la exposición (Todas las fotos son de Juantxo Egaña)